martes, 3 de mayo de 2011

HISTORIA DE "LAS CABEZADAS", UNA TRADICIÓN LEONESA CON MÁS DE 800 AÑOS


Se celebran el último domingo del mes de abril, y rememoran el pleito que tuvieron el Cabildo de San Isidoro, siendo Abad Don Menendo y la Infanta - Reina Doña Sancha, a mitad del siglo XII.

Cuentan las crónicas que en el año 1158, con motivo de una gran sequía, el pueblo de León decide sacar las reliquias de San Isidoro de Sevilla en procesión rogativa para implorar la lluvia, y a dos millas de la ciudad, en lo que en la actualidad conocemos como Trobajo del Camino, empezó a llover de forma torrencial y el cuerpo del Santo se hizo tan pesado que nadie podía con él, lo que causo una honda preocupación.

Enterada la Infanta – Reina Doña Sancha del suceso, se traslado al lugar y en consenso con los vecinos, acordó que los restos del Santo no volvieran a salir nunca más, ofreciendo en agradecimiento, llevar a la Basílica de San Isidoro una limosna anual consistente en un cirio de una arroba (aproximadamente 13 kg.) y dos hachones de buena vela, en ese momento, aparecieron cuatro débiles muchachos que se acercaron al arca y la regresaron al Templo sin esfuerzo alguno.

En cumplimiento de aquella promesa, al año siguiente Doña Sancha fue a entregar voluntariamente a San Isidoro el cirio, a lo que el Abad replicó que no era voluntario, sino una obligación que había contraído por el milagro de la lluvia, a lo que ella respondió que ni a la reina, ni al pueblo nadie les obligaba a nada, que acudían de forma voluntaria. La disputa quedó en tablas y el cirio en San Isidoro, hechos que se sucedieron en el siguiente año.

En la actualidad se sigue manteniendo esta tradición, en la que cada último domingo de abril, la Corporación Municipal acude a San Isidoro acompañada por el Pendón Real de León (única ocasión en la que sale a la calle), los maceros y la policía con traje de gala, donde se repite el pleito entre Doña Sancha y Don Menendo, pero en esta ocasión entre un representante del Ayuntamiento y uno del Cabildo Isidoriano.

Al final, la disputa siempre queda en tablas y se entrega el cirio para no romper la tradición, momento en el que el representante municipal manda al secretario levantar acta, de que se ha entregado el cirio libre y voluntariamente, mientras que el Cabildo ordena a su secretario que levante acta, de que se ha recibido el cirio con carácter obligatorio.

A continuación se oficia la misa, y en la despedida, la tradición manda que la Corporación Municipal una vez en la calle y mirando al Templo, realice por tres veces unas pronunciadas inclinaciones de cabeza, que llevan implícitas una pequeña burla, por lo excesivo de las mismas, y de ahí el nombre de “LAS CABEZADAS”.



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